viernes, 27 de agosto de 2010

Volver

Yo adivino el parpadeo
De las luces que a lo lejos
Van marcando mi retorno...

El fin de semana que pasó, fue sencillamente mágico. Hice la mitad de lo que quería hacer, vi a la mitad de las personas a las que quería ver, pero sentí... sentí muchísimo más del doble de lo que esperaba sentir.

Volví. Volví a mi tierra, a los míos, a mis raíces. Volví, por pocos días, pero allí estuve, aspirando hondo su aire, sintiendo su sol quemar mi piel. Pero sobre todo, estuve con todos ellos, celebrando. Reímos, lloramos, cantamos, brindamos, recordamos...

Recordamos los días de la casa del Vallecito, frente al parque. La única casa del mundo donde comer quaker era un placer, donde había una nave espacial en el techo que había que reconstruir cada domingo, donde había un pequeño hall que para nuestros ojos de niños era un coliseo, donde cada rincón escondía una aventura.

Pero sobre todo, había dos abuelos. Dos abuelos que sabían convertir las lágrimas en risas, dos abuelos que siempre tenían una historia que contar, y dos abuelos que tenían un closet mágico con miles de secretos en el que nunca pudimos entrar.

La vieja calle donde el eco dijo
Tuya es su vida, tuyo es su querer,
Bajo el burlón mirar de las estrellas
Que con indiferencia hoy me ven volver...

Para el cumpleaños 90 del abuelo, sus 19 nietos le regalamos un tango, porque al abuelo le encantan los tangos. Él estaba emocionado, nosotros más. El abuelo siempre fue serio y frío, menos con nosotros. Siempre se deshacía en nuestras manos. Verlo esa noche sentado en su sillón, repitiendo con nosotros las palabras de Gardel, y la sonrisa en sus labios...

No me alcanzan las palabras para explicar esa felicidad, esa nostalgia, esa emoción.

Al terminar la noche, cuando me despedí de él, supo sellar con una sola frase cada sentimiento, cada risa, cada lágrima de ese día feliz: "Me he sentido muy querido", me dijo.
Y sus nietos, bueno, sus nietos llevamos toda una vida sintiéndonos muy queridos por él...

Volver... con la frente marchita,
Las nieves del tiempo platearon mi sien...
Sentir... que es un soplo la vida,
Que veinte años no es nada,
Que febril la mirada, errante en las sombras,
Te busca y te nombra.
Vivir... con el alma aferrada
A un dulce recuerdo
Que lloro otra vez...

1 comentario:

  1. Acabas de hacer que me enamore de los tangos... again. Gracias por regalar este pedacito de vida, frienda querida.

    ResponderEliminar